Los tres mayores enemigos del sentido común

El amor y la traición.

Desde tiempos inmemoriales el hombre dejó de lado su dignidad, su sabiduría y, muy especialmente, su sentido común al ser cautivado por la belleza, ser enamorado y, luego, traicionado. Tomemos como ejemplo a Helena de Troya. Decenas de miles de barcos, diez años de sitio, soldados, reyes, príncipes y semi-dioses luchando, hasta un caballo relleno de griegos. Todo solo por una mujer hermosa.

¡Con lo cara que está a madera!

¿Alguien puede imaginarse a un portador de sentido común en toda esta escena? No puede ser que nadie haya hecho entrar en razón al rey, que nadie haya preguntado: – ¿No será mucho, jefe, mandarse así con 50.000 barcos todo porque la Helena se fue con otro? Mire que yo tengo una prima que está buena también y es bastante gauchita. – No, no. Tiene que ser Helena. Vamos a construir un caballo de madera. – ¿De madera? ¿Le parece? ¡Con lo cara que está la madera! Capaz que de mdf mejor. – ¡No! Va a ser de maderaaaa. No hay discusión posible y ningún sentido tiene intentar imponer coherencia en situaciones como estas.

El horóscopo

No importa que no le emboque jamás. Tampoco es trascendente que te hable de comunicarte mejor con tu pareja cuando estás soltero o que te sugiera que pases más tiempo con tu mascota cuando tu pichicho acaba de pasar a mejor vida. Los seguidores acérrimos del horóscopo presentan comportamientos por demás extraños que pueden explicarse a través de la influencia que las recomendaciones de astrólogos de dudosa reputación tienen en su vida. En algunas ocasiones, por ejemplo, pueden llegar a vestirse íntegramente de verde lima, no aceptar que nadie los aconseje el viernes pero solicitar asesoramiento a cuanto gil se les cruce el martes y relegar las decisiones de negocios hasta el domingo porque Mercurio se cruzará con Marte. Inútil es tu español en estos casos, no habrá forma de hacerle entender al fanático de Walter Mercado que el domingo la oficina está cerrada.

Estas personas suelen también creer en otras disciplinas sospechosamente inciertas como la meteorología y afirmar con convicción que lo que mata es la humedad. Ante ellos, solo queda resignar el sentido común y esperar al próximo horóscopo para comenzar a predecir su, de otra manera inexplicable, comportamiento.

La infancia

Esa tierna etapa de la vida que algunos recuerdan con alegría y muchos recuerdan con pavor, es el reino del sinsentido. Aquí el dinero no es necesario porque existen las tarjetas de crédito para sustituirlo, los dientes de leche ya inútiles constituyen un tesoro a ser intercambiado por una pequeña fortuna y un señor viejo, gordo y con barba es dueño de la mayor fábrica exportadora con headquarters en el Polo Norte y maneja el servicio de cadetería más eficiente del planeta, a fuerza de explotar elfos y renos.

La falta de sentido común no conoce límites: fábricas inexistentes que contaminan.

El problema está en que esta ausencia total y completa de sentido común es considerada tierna, atractiva, incluso adorable, por el simple hecho de provenir de seres de baja estatura. Es solo cuestión de esperar. Muy pronto los niños utilizarán sus encantos para dominarnos por completo. En este momento, muchas de nuestras peores pesadillas se convertirán en realidad. Deberemos vestirnos como si fuera Halloween cada día, todas las comidas consistirán en azúcar pura camuflada con formas y colores y en el ómnibus deberemos dejarle el asiento a los amigos invisibles lisiados o de avanzada edad.

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