Lo lindo de un nuevo comienzo de año es que nos ofrece la ilusión de página en blanco. Creemos que quebramos la línea temporal solo por volver a representar el mes con el número 1, y que podremos convertirnos en una persona diferente a la que fuimos los doce meses precedentes.
Sí, está claro que todavía nos quedan varios meses para llegar a esta instancia, pero en MDE somos ansiosos y cuando se acerca Halloween ya estamos listos para dar vuelta la página, irnos de licencia y regresar renovados para concretar todas esas cosas que nunca hicimos pero que este año sí vamos a hacer. Es por esto que, acercándonos a fin de año, repasamos algunas de las resoluciones que nos habíamos planteado a principios de año y nos damos cuenta de que estamos en el horno.
El lunes arranco el gimnasio.
1. Empezar el gimnasio. Lo que se dice empezar, empezamos. Nos anotamos, nos compramos todo el equipete atlético en Nike, nos gastamos el salario vacacional en un par de championes que no fueran dorados ni tuvieran florcitas, pagamos 6 meses por adelantado porque nos ofrecían un descuento muy conveniente, y fuimos. Fuimos un mes. Después nos enfermamos, estuvimos ocupados, nos dio pereza y, finalmente, nos dio vergüenza volver después de tanta ausencia y tener que bancarnos que el profesor de spinning hiciera comentarios cancheros acerca de nuestra falta de entrenamiento. Señor, usted anda de calzas por la vida, no tiene derecho a reírse de mí.
2. Limpiar más seguido. Ya nos referimos anteriormente a este tema porque es algo que nos atormenta. Y no estamos hablando de una obsesión por la limpieza, sino de una increíble capacidad para postergarla una y otra vez. Entonces, el “todos los días” se convirtió en un “todas las semanas”, que en realidad se concreta una vez cada quince días (con suerte).
Mañana limpio, ¡sin falta!
3. Terminar la facultad y recibirnos. A principios de 2011 la fecha estimada para este fin de ciclo, que iba a emocionar y enorgullecer a nuestras madres, estaba planeado para el período de julio. En mayo decidimos que octubre era una meta más realista, luego la cambiamos para diciembre (última oportunidad del año) y, encontrándonos casi en noviembre, podemos afirmar con toda franqueza que no; este año tampoco vamos a recibirnos. Es que la carrera, como muchas otras cosas en nuestras vidas, es algo que empezamos con todas las pilas para después ir perdiendo el impulso y dejarlas en el limbo. Lo mismo nos pasa con libros, películas, cursos de idiomas y otros proyectos fallidos. Por eso no corremos maratones.
4. Aprender a manejar parece entrar en el paquete de habilidades básicas que se le exigen a un individuo, aún si no tenés auto. Después de haber escuchado suficientes veces la declaración «nunca sabés cuándo lo vas a necesitar», aprender a manejar entró a regañadientes en la to-do-list del 2011. Pero esta vez, no fueron la pereza, la procastinación o la desidia las que nos detuvieron; fue el hecho de evitar vernos como unos pelotudos en un coche escuela (sin auto-parlante), mientras repetimos maniobras, estacionamos 100 veces en el mismo lugar, y somos puteados por todos los taxistas y choferes de Montevideo.
Estacionálo por acá.
5. Encontrar el sentido de la vida. Esta la dejamos para el año que viene simplemente porque no tenemos idea de por dónde encarar el tema. Durante el 2011 fuimos a terapia, leímos libros de autoayuda (que nunca terminamos, ver punto n°1), hicimos yoga (dos clases) para ver si la meditación era el camino, y empezamos un blog. Lo único que descubrimos es que dentro de nosotros hay mucha pelotudez que quiere salir a la luz y ser compartida con otros. Del por qué estamos en el universo, nada. El año que viene intentamos de nuevo.
Manual de estilo 
jajaja siempre tan genial!
aayyyyyyyyyy!!!!!!!!!1
Estoy tipificada en los 4 puntos. Que horroritud!!!
Touchè! Suerte que ya sé manejar sino estaba en el horno (es gracioso como dibujo el limite donde me conviene y autoconvencerme de que lo de uno no es tan… malo?)